jueves, 1 de diciembre de 2011

Reflexiones sobre el Cerebro y el Alma



Antes de comenzar me gustaría aclarar que en este ensayo, a pesar de que se tratará el tema de el alma, no pretendo entrar en debates y argumentos de tipo teológicos y, quizás ni siquiera, filosóficos; únicamente pretendo presentar algunas reflexiones muy sencillas, principalmente biológicas y lógicas, que he meditado sobre la materia.

El alma se ha definido tradicionalmente como una especie de sustancia espiritual, invisible, etérea e inmortal en la que reside toda nuestra esencia como personas, como seres únicos e irrepetibles. Durante miles y miles de años el ser humano ha creído en la existencia del alma, y esa creencia ha dado origen y fundamento a prácticamente todas las grandes religiones, creencias y prácticas sobrenaturales del Planeta, desde el cristianismo, el islam, el judaísmo y -en parte- el hinduismo hasta las antiguas religiones ahora en desuso. Es la creencia en el alma lo que fundamenta ideas como “la vida eterna”, “el infierno” y “la resurrección”, por ejemplo. Luego entonces, hablar del alma no es tema menor y, por el contrario, quizás sea uno de los temas más importantes que analizar que se la hayan presentado al ser humano en toda su historia.

Por otro lado, desde el punto de vista biológico, el ser humano ha logrado consolidarse como la especie dominante sobre el planeta Tierra debido a su gran cerebro, cuya capacidad de percibir la realidad, razonar, cuestionar, dudar, analizar, expresarse y almacenar gran cantidad de información nos ha permitido gradualmente desarrollar y transmitir conocimientos, experiencias e inventos, que de manera exponencial se han ido acumulando en nuestra historia hasta permitirnos llegar al punto tecnológico en que nos encontramos.

Sin embargo, alma y cerebro parecen concebirse tradicionalmente como órganos o partes del humano independientes una de la otra, como el corazón y el cerebro, por ejemplo. Así, este ensayo se generó producto de haberme planteado las siguientes preguntas:
-       
- ¿Existe el alma?
- De existir el alma, ¿cuál será su composición y forma?
 De existir el alma, ¿estará formada por átomos como absolutamente todas las cosas que actualmente conocemos?
- De existir el alma, ¿cuál sería la relación entre el cerebro y el alma? y ¿cómo se dará dicha interacción?
- ¿Qué funciones le corresponderán a cada uno?
- ¿Cuál es el papel que juega cada uno en nuestra vida?

El problema de hablar de “el alma” es que se debe entrar demasiado en el campo de la especulación y –necesariamente- de las creencias personales. Si yo digo estar convencido que el alma es eterna y alguien más me asegura estar convencido que no es eterna, ¿bajo qué criterios se debe desarrollar el debate?, ¿cómo podemos sustentar o comprobar nuestras afirmaciones o convicciones? Cuando mucho nos podremos sustentar en las creencias y reflexiones de otra persona (e.g. Tomás de Aquino), pero –al menos hasta el día de hoy- nunca sobre pruebas tangibles[1] que sustenten nuestro dicho, creencia o postura. En pocas palabras, se vuelve un ejercicio, al menos desde el punto de vista de la lógica y la razón, mucho más ocioso que provechoso.

En contraparte, sobre el cerebro sí se puede hablar y debatir con pruebas tangibles, ya que a pesar de que el cerebro es un órgano sumamente complejo (el más complejo del cuerpo humano) y que ha sido estudiado hasta el cansancio por millones de personas, cada día se sabe con mucha mayor precisión cómo funciona, incluso a pesar de los enigmas que aún nos guarda. En ese sentido, el fundamento de este ensayo será aquello que sí sabemos a ciencia cierta sobre el cerebro. Por ejemplo, hoy en día es muy fácil demostrar cómo funciona el cerebro, y si yo les preguntara en este momento, ¿De acuerdo a La Biblia, dígame cuántos animales de cada especie ingresó Moisés en el Arca antes del diluvio?, seguramente me contestarán que dos, lo cual es absolutamente falso. Su cerebro lo engañó porque es un ejercicio muy sencillo que tiene como objetivo que su parte inconsciente (sistema uno), engañe a su parte racional (sistema dos).

Pero antes de seguir adelante hablando sobre nuestro cerebro, soy consciente que el primer gran debate que se presenta al hablar sobre el origen del cerebro, es el mismo que al hablar del origen del Planeta Tierra y de todo lo que hay en él, incluido el ser humano, y básicamente se limita a una de dos cosas: o es producto de la evolución o es producto del diseño de alguien superior a nosotros, tentativamente llamado Dios.[2] Analizar los argumentos a favor y en contra de ambos posibles orígenes es de sumo interesante (e importante), pero por el momento no será objeto del presente ensayo. En ese sentido, para no desviar la atención a otro debate diverso, trataré de evitar en la medida de lo posible referir las causas científicas por las cuales se explica por qué el cerebro es lo que es y funciona como funciona.

Así las cosas, lo que sí pretendo sea fundamento de este trabajo, son los hechos duros, son aquellas cosas que hemos llegado a conocer del cerebro humano y a través de las cuales se pueden afirmar muchas cosas con absoluta certeza, como por ejemplo:

1.    El cerebro es una "máquina" sumamente compleja, dividida en cuatro partes (frontal, parietal, occipital y temporal).
2.    En el cerebro funcionan de manera simultánea dos "sistemas", uno de manera inconsciente y otro de manera consciente. Cada uno tiene funciones muy específicas que permiten mucho ahorro de tiempo y energía.
3.    Nuestras células cerebrales, las moléculas del cerebro, los neurotransmisores, las neuronas, las dendritas y las sinapsis son casi idénticos en los cerebros de todos los animales, por lo que los cerebros de los insectos, peces, reptiles, aves y mamíferos están todos hechos con los mismos “bloques de construcción” que el cerebro humano.
4.    El cerebro de un varón y una mujer funcionan ligeramente diferente.
5.    En el cerebro se almacena un gran cantidad de información (nuestra memoria) y se realizan todos los procesos cognitivos, racionales, conscientes y subconscientes necesarios para el debido funcionamiento de nuestras habilidades, nuestros sentidos y, desde luego, de nuestros órganos.
6.    No es posible concebir la vida humana sin cerebro.
7.    No existe hoy en día la posibilidad de un trasplante de cerebro.
8.    En base a las partes en que se divide el cerebro y sus funciones, un neurocirujano moderno puede identificar con precisión áreas afectadas del cerebro y sus consecuencias en la vida de una persona, desde físicas y psicomotrices hasta puramente psicológicas, e incluso, llegar de repararlas.

Hasta este punto es importante que usted lector relea los 8 hechos duros planteados y determine si se está de acuerdo con ellos o no y por qué. Si no se está de acuerdo en ellos, a pesar de ser hechos tangibles, no vale la pena que siga leyendo, sino que debemos primeramente investigar más y debatir sobre ellos y demostrarse a un servidor, y a todo el mundo de la medicina y de la ciencia de paso, nuestra equivocación.

Por otra parte, si usted coincide en que efectivamente son hechos y, por ende, irrebatibles, vamos a seguir adelante replanteando una importante pregunta.

¿Qué funciones tiene, o tradicionalmente se cree, que tiene el alma?
Una de las más grandes autoridades en la materia, Tomás de Aquino, en su obra denominada "Cuestiones disputadas sobre el alma", plantea al inicio de su obra veintiún cuestiones que analiza una por una en igual número de capítulos. Se necesitaría un libro completo para analizar y refutar cada una de ellas (quizá algún día lo haga con toda seriedad), pero a grosso modo nos señala que "el alma tiene cierta dependencia del cuerpo, en la medida en que sin el cuerpo el alma no alcanza a ser complemento de su especie. Sin embargo, no depende del cuerpo en la medida en que puede existir sin el cuerpo."... "...por lo mismo que la carne desea lo contrario al espíritu, se muestra la afinidad del alma con respecto al cuerpo. Pues se dice que el espíritu es la parte superior del alma, por la que el hombre se eleva por encima de otros animales (...) En cambio, se dice que la carne desea, porque las partes del alma sujetas a la carne desean aquello que deleita a ésta: y algunas veces se oponen al deseo del espíritu.". Como vemos, Tomás de Aquino va más allá e incluso nos dice que el alma tiene partes, y una de ella es el espíritu con sus propias funciones.

Empero, simplifiquemos las cosas abriendo nuestro abanico teológico y creo que si buscamos un factor común en la gran mayoría de las creencias religiosas, la función principal del alma podría resumirse en una cosa: la trascendencia. Esta es quizás la más arraigada de todas las funciones que la mayoría de la gente le atribuye al alma, y consiste en pensar (con el cerebro) que el alma nos hace o hará vivir eternamente –o al menos mucho más tiempo del que dura la vida terrenal-, sin importar si nuestro cuerpo ha muerto. Incluso, esta misma función hace creer a muchos en la posibilidad de la reencarnación, la resurrección y/ o la vida eterna.

Sin embargo, nada de ello parece posible sin cerebro, porque para trascender como seres únicos e irrepetibles necesitamos forzosamente nuestro cerebro. Lo explico con un ejemplo: Todo nuestro cuerpo pudiera morir o destruirse, pero si de alguna forma pudiera salvarse intacto el cerebro y hacerse funcionar en otro cuerpo, seguiríamos siendo –técnicamente- “nosotros”. Por el contrario, si se destruye o muere nuestro cerebro, y el resto de nuestro cuerpo sigue intacto, incluso si pudiéramos hacer funcionar ese cuerpo con otro cerebro, creo que todos coincidimos en que ya no seríamos "nosotros". Una persona que dona sus órganos, no se convierte por ello en el recipiente, pero ¿qué pensaríamos si a un ser querido que pierde su cerebro se le implantara el cerebro de otra persona que murió dejándolo intacto? ¿Seguiría siendo nuestro ser querido?

Por otra parte, para poder pensar que el alma cumple esa gran función de hacernos trascender la muerte, se debe creer también –necesariamente- que el alma tiene, cuando menos, las mismas funciones que el cerebro. Pues para creer que con el alma se quedan (una vez muertos) nuestra razón, capacidad de pensar, memorias y recuerdos (es decir, todo lo que nos define como únicos, con excepción de nuestro cuerpo), entonces es necesario creer también que el alma, además de sus propiedades tiene también todas las del cerebro, pues de otra forma no sería en ningún caso factible ni sustentable la creencia en el alma.

Cuando se cree en el alma, por ejemplo, se suele creer que un fantasma o espíritu (manifestación física del alma de una persona cuyo cuerpo y cerebro han muerto) puede venir y dialogar o interactuar de alguna forma con aquellos que tienen cuerpo (y cerebro) vivos. Sin embargo, ¿cómo se puede dar esa interacción si no se tiene cerebro?, ¿qué no estábamos todos de acuerdo en que el cerebro controla los sentidos y la razón?, ¿qué no coincidíamos todos en el hecho de que la información que acumulamos –memoria y/o recuerdos- está almacenada en zonas específicas del cerebro? (Ver el apartado de “hechos”)

En ese sentido, vale la pena preguntarse ¿hay suficientes elementos para suponer que la creencia en el alma puede ser producto del cerebro?, o si por el contrario ¿las funciones que actualmente le atribuimos al cerebro en realidad son ejercidas por nuestra alma? El "problema" es que existen estudios que demuestran cómo se activan las partes del cerebro según la actividad que realicemos y además, se ha comprobado que por "economía" el cerebro nos hace "creer" que la experiencia de las decisiones tomadas con nuestro "libre albedrio" se encuentra separada de una causalidad física. Retomando el ejemplo del Premio Nobel Daniel Kahneman, aunque es tu mano la que toma el salero, no percibes este evento en términos de una cadena de causalidad física. Lo experimentamos más bien como una acción ocasionada por una decisión que hizo un "tu" ajeno al cuerpo, simplemente porque ese "tu" quería ponerle sal a la comida. El psicólogo Paul Bloom señaló que el cerebro humano está  preparado de manera innata para separar las causalidades físicas de las intencionales, de tal manera que "percibimos el mundo de los objetos como esencialmente separado del mundo de las mentes, haciendo para nosotros posible visualizar almas sin cuerpos y cuerpos sin almas.".

Así las cosas, es inevitable cuestionarnos: sin la existencia de un cerebro ¿cómo puede el alma de una persona, razonar, pensar, recordar, manifestarse, interactuar e incluso dialogar sin tener cerebro? La única explicación que encuentro sería que el alma tuviera cerebro o que el alma pudiera realizar en sí todas las funciones del cerebro, además del resto de las funciones que se le suelen atribuir. 

El problema de fondo es que si aceptamos esa única explicación (no se me ocurre ninguna otra razonable), entonces sería imposible evitar hacernos la siguiente pregunta ¿para qué existe el cerebro? Si el alma tiene cerebro o es un cerebro en sí, que nos permite almacenar información, utilizar los sentidos, pensar y razonar, el cerebro no tendría prácticamente ninguna razón de ser o existir.

Si efectivamente es verdad que carecemos de la capacidad biológica y de la tecnología para “detectar” o “percibir” el alma de las personas, aún así siguen vigentes las preguntas lógicas: ¿para qué el cerebro?, ¿por qué el cerebro hace lo que hace si el alma también lo puede hacer?, ¿por qué podemos alterar con mucha precisión, a través de medicamentos, drogas y/o cirugías las funciones cerebrales –casi- a placer y no entra en acción el alma como una especie de "respaldo" anti corruptivo de la conciencia?

Se me ocurre que lo lógico sería, en todo caso, que en nuestra cabeza hubiera una cavidad –aparentemente- vacía, y en ella residiría el alma (no formada por átomos ni nada que conozcamos) simplemente invisible a nuestros ojos y ciencia, haciendo todas las funciones que le atribuimos al cerebro, de tal forma que una vez muerto nuestro cuerpo, dicha alma saliera volando o flotando, permitiéndonos la experiencia de ver nuestro cuerpo recostado en la cama, sala de cirugías o accidente en el cual hayamos muerto y todo lo demás. Pero no, desafortunadamente para los que creen en el alma, existe el cerebro, y es precisamente el cerebro, una de las pruebas más grandes –desde el punto de vista netamente lógico y racional- de que no es factible que exista el alma.

Creer a pesar de ello en la factibilidad del alma, además, nos llevaría necesariamente a hacernos preguntas mucho más complicadas, por ejemplo, una persona que tiene una copia extra de su cromosoma 21, genera en ese individuo una afectación conocida como Síndrome de Down. Esa afectación netamente física no debiera afectar el alma, ¿o si? Si el alma queda intacta, entonces una vez muerta dicha persona, ¿su alma permanecerá con las mismas discapacidades cognitivas propias de su afectación por toda la eternidad?, o incluso ¿nos atreveríamos a asegurar que esa persona carece de alma? Desde el punto de vista médico y genético la explicación es muy clara, pero desde el punto de vista del alma ¿cómo explicar que la suerte del alma esté tan directamente atada a un microscópico cromosoma? Otra interesante pregunta es ¿cuándo se desarrolla el alma en el cuerpo?, ¿Al mismo tiempo que el cerebro o antes o después?, ¿Qué pasa con el alma de un feto cuando muere antes de nacer o de un bebé que muere apenas ha nacido? Claro que siempre podemos contestar que todo ello está fuera de nuestro limitado entendimiento humano y que no debemos -ni siquiera intentar- responderlo, pero me parece desafortunado pensar así, porque para mi la razón se usa o no se usa, y punto. No creo que deba usarse para unas cosas si y para otras no. Efectivamente podremos nunca encontrar una respuesta tangible y demostrable pero, al menos, tendremos la satisfacción de haberla buscado con el mayor rigor científico y razonable posible. 

Un ejemplo final: Una computadora moderna funciona –con todas las proporciones guardadas- de forma similar a un cerebro. Para su funcionamiento está dividida –al igual que el cerebro- en partes con actividades muy específicas, como un procesador, la memoria RAM y su Disco Duro, además del software que la hace realmente útil. Sin embargo, qué pensaríamos si alguien nos dijera que además de todo lo anterior, nuestra computadora tiene integrado un respaldo invisible que la puede hacer seguir funcionando si es destruida totalmente, solo bastaría encontrarle “otro recipiente” (o resucitar el destruido). Lo lógico sería pensar que es una locura, ¿no es así? Y no digo que sea locura por imposible, por lo que suele creerse para Dios no hay imposibles y, por otro lado, la ciencia ha logrado superar muchísimas cosas que en una determinada época se concibieron como imposibles. Así que no sería locura pensar que la ciencia pudiera crear una computadora que funcionara con componentes virtualmente invisibles equivalentes a un “alma”, lo que sí me parece una locura es que una vez desarrollada dicha tecnología, se siguieran utilizando además (y de manera simultánea) los (para ese entonces) anacrónicos componentes físicos y tangibles que actualmente se utilizan para que funcione una computadora. En otras palabras, si Dios nos hizo con un alma inmortal capaz de pensar, razonar, percibir y retener información, ¿para qué ponernos un órgano mortal (y muy inferior) como el cerebro y que además repite prácticamente todas las funciones de aquélla?

Si hacemos un análisis lógico de la situación y si además consideramos factible la teoría de la evolución, está más que claro que ello sería un absurdo, ya que la selección natural elimina gradualmente todo órgano o práctica inútil, y no tendría ninguna razón de ser la existencia de dos órganos (visibles o no) que hicieran exactamente las mismas funciones, sobre todo tratándose del órgano más sofisticado que se conoce (y que más recursos nos demanda) como es el cerebro humano. Desde el punto de vista creacionista, ¿para qué diseñar a todos los animales con cerebros que funcionan bajo los mismos principios y formados con los mismos materiales, y al ser humano ponerle, además, un alma que duplica todas las funciones del cerebro? Sencillamente no suena ni factible ni tampoco el producto de un diseño muy inteligente.


[1] El hecho que existan personas que aseguren haberse visto recostados en la sala de cirugías y luego ver un túnel oscuro y una luz blanca al final, no me parece una prueba tangible de que exista el alma, porque también es bastante probable que lo hayan soñado o imaginado, por ejemplo.
[2] “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.” Gn, 1:27)

2 comentarios:

Unknown dijo...

Personalmente no creo que haya vida después de la muerte. Yo sí creo que con el cerebro muere la persona y ya. Aun así, hablando de las partes lógicas que mencionas para descartar la existencia del alma o del 'respaldo invisible del cerebro', cuando mencionas que una computadora se destruye y una parte invisible guarda la esencia de dicha computadora, eso ya es posible hoy. Google vende unas laptops (chromebooks) que todo lo almacenan/respaldan en internet y efectivamente si la computadora es destruida en su totalidad, puedes revivir 'su alma' a otra chromebook. Tomando eso en cuenta no podríamos descartar que Dios esté almacenando/respaldando constantemente en "la nube" los contenidos de tu cerebro para poder reintegrarlos bajo ciertas circunstancias en otro ente. Digo, si en una vil computadora ya se puede hacer, por qué una fuerza superior no podría? Tu hablas de que forzosamente ese "espacio vacío para el alma" tendría que estar incluido dentro del cuerpo humano y eso no necesariamente tiene que ser, puede estar en otro lugar fuera de nuestro alcance o vista, la comunicación puede ser inalámbrica con ese backup lo cual haría aun más sentido porque si te explota una bomba nuclear sin duda hasta el alma se llevaría en el camino, pero si tu alma está respaldada en "la nube" entonces tu alma siempre está a salvo.

Yo no creo en el alma porque no encuentro el por qué alguien superior tendría en su interes respaldar dicha información ya que nunca hemos visto evidencia alguna de que esa información (alma) sea reutilizada en otro ente. De hecho una de las constantes de la naturaleza es la renovación y el cambio, por lo que almacenar almas no lo veo como algo que a la naturaleza (o Dios) parezca interesarle mucho. Lo más cercano a eso que tiene la naturaleza es el ADN que es lo único que queda de nosotros si tuvimos descendencia junto con las enseñansas dejadas en el cerebro de nuestra descendencia.

Salvador Romero Espinosa dijo...

Es muy interesante lo que comentas, precisamente por la razón de que este primer ejercicio que hice traté de ajustarlo lo más posible a lo puramente lógico y razonable.
Sin embargo, "la nube" de Google sí existe físicamente y está formada de átomos como todas las cosas que conocemos.
Ahora bien, partiendo de la posibilidad lógica de que el alma no esté en el cuerpo, eso automáticamente destruiría la lógica de casi todas las religiones que conozco. Es decir, aunque desde ese punto de vista un alma exterior al cuerpo sería razonablemente posible, ello nos llevaría a asumir además que existe otra dimensión que no conocemos, lo cual nos regresaría al campo, sino de lo ilógico, si de lo sumamente improbable...
Seguiré meditando tus interesantes comentarios para reforzar esas partes del ensayo y reescribirlo o hacer una segunda parte.
Saludos y gracias!!!