Sigo sin entender la estrategia del Piojo -reflejada
por los dos cambios no forzados que realizó-. No me cabe en la cabeza que no haya
aprendido de lo que ya ha ocurrido en mundiales pasados -a México y a otros
países- en donde aguantarle el marcador a una potencia simplemente se convierte en suicidio; ante ello, por descabellado que suene la única opción que tienes es seguir atacando y atacando, con la esperanza de obtener
uno o dos goles más que te sirvan “de colchón” para cuando caigan los del
contrario. Si el rival ya está de rodillas, no puedes salir corriendo a
esconderte esperando que se muera solo, porque como ya hemos visto muchas
veces, los rivales grandes de rodillas se pueden levantar, perseguirte y matarte. Ahí
están las evidencias, ahí están los videos, ahí están las estadísticas, ahí
están los testimonios y, sin embargo, se volvió a caer de la misma manera
absurda.
Pero sobre ese tema ya se ha dicho mucho y no es mi
objeto redundar tanto en él, ahora me interesaría abordar la otra cara de la
moneda, la del aficionado. ¿Cuántas cábalas, rosarios, “mandas”, rezos y demás
has dedicado a la Selección en los mundiales? ¿Cuántas lágrimas derramadas cada cuatro años? Si eres de mi generación, habrás
sufrido como yo las 7 eliminaciones que van desde el Mundial de 1986 hasta hoy,
y casi estoy seguro que en todas, hiciste algo que pensaste que podría ayudar a
la selección. Cábalas como ver los juegos en el mismo lugar, no afeitarte o vestirte siempre
de la misma manera; “mandas” como dejar de hacer algo que te gusta o de ir a
visitar de rodillas a alguna virgen milagrosa, por ejemplo, son el “pan de cada
mundial” entre los aficionados mexicanos.
Sin embargo, después de 7 mundiales, no crees que
también sea momento de que madures como aficionado, de que aprendas de la
experiencia y entiendas que tus rezos, tus cábalas y tus promesas a “diosito”
no le sirven de nada a la selección. No crees que así como les exigimos a los
jugadores, mundial tras mundial, que aprendan de los errores del pasado y
ofrezcan mayor madurez como seleccionados, también nosotros como aficionados
deberíamos de madurar y entender que lo que hacemos cada 4 años en casa no
ayuda a la selección. La evidencia de que todo eso no sirve de nada está ahí,
decenas de millones de cábalas y rezos cada cuatro años y no pasamos de donde
mismo.
¿Queremos tener un equipo más competitivo? Es una
labor de cuatro años y consiste en que hagamos crecer, como aficionados, el
fútbol mexicano desde las raíces. Si nunca vamos a un estadio de fútbol en
cuatro años, si nunca nos involucramos con el manejo de nuestro equipo, si no
apoyamos a equipos comunitarios o amateurs, si no apoyamos a los equipos que
debutan jugadores o exigimos a nuestro equipo que haga lo mismo, si no les
exigimos a los jugadores de nuestra liga que salgan a jugar y a romperse la
madre en las mejores ligas de Europa, entonces ¿cómo esperamos que crezca el
fútbol de nuestro país? Ni rezando, ni poniendo santos de cabeza, ni
poniéndonos “la verde” cada cuatro años, vamos a lograr que de entre nuestros
connacionales salgan los jugadores suficientes para formar un equipo campeón del
Mundo. El problema de que tratemos muy bien a nuestros jugadores y no les exijamos
que emigren tiene implicaciones psicológicas fuertes, porque no se acostumbran a rozarse con las grandes estrellas mediáticas del juego, y cuando juegan
contra una de las llamadas potencias, no saben si marcar fuerte a sus jugadores
o tomarse una selfie con ellos y pedirles su autógrafo.
Otro defecto grande que considero tenemos como aficionados es nuestro malinchismo. No me imagino países que sean potencias o con la aspiración de llegar a serlo, en los cuáles la gente prefiera comprarse la camisa de la selección de otro país que la del propio. No me imagino a un argentino diciendo en mayo: "yo creo que este Mundial mejor voy a apoyar a Francia (o el país que usted guste) porque andan mejor que los nuestros". Es más, ni siquiera me imagino a un costarricense haciendo lo mismo en un Mundial en el que participe su selección, lo cual no es tan seguido. A lo mejor ya eliminado su equipo nacional pueda voltear a ver qué equipos quedan para buscar refugiarse en uno, pero antes de eso, simplemente no me lo imagino. En cambio aquí, es de lo más común del Mundo, casi todos tenemos un "segundo equipo internacional" bien identificado y aunque México esté en la misma justa, parecemos preocuparnos más por los representantes de otra nación que por los nuestros.
Debemos apoyar el fútbol mexicano semana tras
semana, debemos de apoyar a los jóvenes pero también exigirles madurez y
compromiso, debemos de dejar de consentir tanto a nuestros jugadores para que salgan
de su “zona de confort”, debemos presionar a los directivos de los equipos para
que los dejen salir. Estoy convencido de que como aficionados, somos
responsables del nivel de nuestro fútbol y de nuestros futbolistas. Nosotros
somos los que vamos a los estadios, nosotros somos los que les damos el rating
a los partidos, nosotros somos los que compramos las playeras, y de nosotros
depende que se formen mejores futbolistas. Pero ¿qué hemos hecho para que las
cosas cambien? Sabemos de la existencia del “pacto de caballeros”, sabemos que
los promotores arman equipos y hasta a la selección con sus conocidos, sabemos
que las jóvenes promesas apenas debutan y se convierten en “rockstars” en todos
los restaurantes y antros donde se paran. ¿Y qué hacemos al respecto?
Quiero aclarar, porque muchas veces he escuchado que
en México los jóvenes no tienen oportunidades porque hay muchos extranjeros y
quiero señalar que no estoy en contra de los extranjeros que vienen a jugar a
nuestra liga, y que muy al contrario, me parece que pueden aportar mucho a
nuestro fútbol y la prueba está en que las mejores ligas del Mundo están
plagadas de extranjeros y sus selecciones suelen ser bastante competitivas a
pesar de ello. Alemania, España, Italia, Inglaterra, Francia… Grandes ligas
plagadas de cientos de extranjeros y cuyas selecciones, todas, han sido
campeonas del Mundo, por lo que no creo que una liga nacionalista nos vaya a
volver campeones de ningún lado, ni de la CONCACAF.
No me queda duda que en México hay suficiente amor
al fútbol y material humano para formar cada vez más y mejores cuadros, para
empezar a competir en el mercado de exportaciones, para tener jugadores en los
mejores clubes del Mundo, pero para ello, debemos poner también nuestro “granito
de arena” como aficionados, y les aseguro que “ese granito” no consiste en prender
una veladora o en sacar el rosario y ponerse a rezar cada cuatro años. Si
queremos ver Campeón del Mundo a México antes de morir, o dejar las bases para
que suceda, lo primero que debemos preguntarnos es: ¿Qué voy a hacer hoy por
nuestro fútbol?