viernes, 10 de julio de 2009

Reflexiones sobre la derrota del PAN en 2009 - Caso Jalisco


Después del resultado de la elección del día domingo 5 de Julio de 2009, en el Estado de Jalisco, hay una sensación de tristeza, derrota, amargura e, incluso, incredulidad en muchos panistas que empezaban a acostumbrase a la victoria después de 15 años gobernando la capital de Jalisco y una buena parte de sus municipios.

Pero más allá de la derrota, parecida a la del 2003 (aunque aquélla se perdió por márgenes mucho más estrechos) en que cayeron en muchos municipios y distritos de la entidad, lo que realmente sorprende de esta reciente derrota son dos cosas que pudiéremos traducir en una sola: el amplio margen de diferencia con que se perdió a pesar (o quizá producto) de la relativamente elevada participación ciudadana. Generalmente cuando el abstencionismo es igual o menor a la mitad de electores, el PAN obtiene buenos resultados, pero esta vez no fue así, sino todo lo contrario.

Creo que en este momento no hay dirigente, candidato, militante o, incluso, simpatizante panista que no se haya preguntado ¿qué ocasionó esta monumental derrota en Guadalajara y sus municipios metropolitanos? Debo señalar que las respuestas más recurrentes que he escuchado fueron relativas a los escándalos del Gobernador actual, su tristemente famosa “mentada de madre” y la mala estrategia de campaña, las cuales, aunque no se pueda negar su influencia, me parecen respuestas simplistas y simplonas que solo consiguen “tapar el sol con un dedo”. La primera declaración pública esa noche del candidato perdedor en Guadalajara, Jorge Salinas, fue que esta derrota era producto de los errores cometidos por todos los panistas y que lo último que podíamos hacer como panistas era comenzar una “cacería de brujas”, no sé si en alusión a Emilio González o a Eduardo Rosales o a ambos. Sin duda, muchas preguntas incómodas empezaron a realizarse en la mente de muchos panistas: ¿cómo nos hubiera ido sin la mentada de madre?, ¿cómo nos hubiera ido sin usar la “guerra sucia” contra el PRI?, ¿cómo nos hubiera ido con otro tipo de campaña?, ¿cómo nos hubiera ido con otros candidatos?, etc. Empero, no creo que ninguna plantee el verdadero problema de la derrota.

Creo que los panistas deben hacer una reflexión mucho más profunda y auto-crítica que caer en el error de culpar a unas pocas personas de una gran responsabilidad que todos los panistas cargan a cuestas. Sin embargo, estoy viendo ya que apenas unos días después de la derrota, dos de las cabezas visibles del partido en Jalisco: el gobernador y el presidente estatal, ya empezaron a deslindarse de su responsabilidad y a culparse mutuamente de la derrota. El primero señala que se perdió por culpa de las campañas y la estrategia, y el segundo señala que han sido tan grandes los tropiezos de Emilio que el PAN ni siquiera pudo ganar en la tierra del Gobernador, como diciendo, “ni siquiera en su casa lo quieren”. Obviamente este tipo de declaraciones y actitudes son inmaduras y en nada abonan al crecimiento después de la derrota, por el contrario, se le está dando la razón a la ciudadanía que ya no quiso votar por el PAN.

Me parece inconcebible, por ejemplo, que el gobernador de Jalisco, de muto proprio y sin tenerlo programado en su agenda ni tampoco necesidad de hacerlo, haya salido el lunes a conferencia de prensa para señalar que él no era responsable de la derrota porque dos meses atrás los candidatos del PAN iban arriba en las encuestas. Aseguró que los “supuestos” (dijo) escándalos que había provocado no tenían nada que ver y que todo era culpa de las campañas y los candidatos. En otras palabras, salió a decir que todo era culpa de Eduardo Rosales, Abraham González Uyeda y Jorge Salinas.

Posterior a la declaración, las huestes del grupo de la ultra-derecha del PAN, encabezadas por el Gobernador Emilio González pero sin su presencia, se reunieron el lunes por la noche para orquestar la “quema del Reichstag”, y aprovechar la derrota para quitar a Eduardo Rosales de la dirigencia y tomar control absoluto del partido para que en el 2012 ellos puedan controlar todas las candidaturas, empezando por la del candidato a la gubernatura. En otras palabras, saben que si Rosales se queda el candidato a gobernador será Abraham González (o el propio Jorge Salinas) y, por su parte, Fernando Guzmán aspira precisamente al mismo cargo, al cual tiene muy escasas oportunidades de acceder con Rosales al frente del PAN en Jalisco.

Lo más triste de esta verdadera “guerra por el poder” es que se está perdiendo valioso tiempo para reflexionar en las causas de la derrota. Los seguidores del gobernador están envalentonados sabiendo que tienen por delante todavía tres años de nómina, mientras que saben que los grandes perdedores son los seguidores de Ramírez Acuña quienes serán “guillotinados” en forma masiva tan pronto asuma el PRI el control de toda la Zona Metropolitana de Guadalajara (se prevén de tres a cinco mil despidos de servidores públicos identificados con los panistas en el 2010). Sin embargo, por la “gran” seguridad que les dan esos tres años “extras”, están poniendo en riesgo la viabilidad del PAN en Jalisco por varias décadas, y están tirando por la borda el poco capital político que aún le quedaba al PAN entre la ciudadanía. En otras palabras, de todas las opciones que los líderes tenían producto de la derrota, han optado por la que más exhibe lo bajo que ha caído el panismo, aunque por otro lado, es imposible pedirle a un gato que ladre o exigirle a un enfermo de poder resentido que se comporte bien en estas situaciones.

Lo más lamentable de todo esto es que, cuando muchos ciudadanos jaliscienses que votaron por el PRI el domingo, por la noche vieron que el PRI volvía con “carro completo”, quizá sintieron duda y hasta remordimiento por la decisión que habían tomado de apoyar al “partidazo” y de ser partícipes de la resurrección de un partido que quizás muchos dieron por muerto, sin embargo, creo que esas dudas y remordimientos seguramente ya se han disipado en estos cuatro días al ver la “explosión entre panistas”. De hecho, el lunes muy temprano por la mañana, platiqué con algunas personas ajenas a la política que me confesaban que estando en la soledad de su mampara con la boleta enfrente, por más esfuerzos e intentos que hicieron, no pudieron votar por el PAN… Me pregunto si esa fue la razón por la cual ninguna encuesta predijo la estrepitosa derrota. ¿Cuánta gente no pudo, literalmente, votar por el PAN a pesar de que quizás días u horas antes pensó que lo haría nuevamente? Algo muy parecido pasó en julio del 2000 con Vicente Fox, en donde ninguna encuesta predecía que ganaría por tan amplio margen, y en donde mucha gente no pudo votar por el PRI a pesar de que creyó que lo haría antes de llegar a la casilla…

Lo que me queda claro es que al haberse ganado prácticamente todo en las elecciones estatales del 2006, la ciudadanía puso en las manos de Acción Nacional una inmensa responsabilidad. Cualquier persona de las casi cuatro millones que habitan la Zona Metropolitana de Guadalajara era gobernada a nivel federal, a nivel estatal y a nivel municipal por Acción Nacional, y cualquier reforma a sus leyes federales y estatales también era necesariamente producto de la aprobación de los legisladores del PAN, pues en ambas cámaras se ganaron más diputaciones que cualquier otro partido político. En ese sentido, toda el costo político del mal actuar de los diputados en el Poder Legislativo también lo cargó el PAN, a pesar de que este costo en realidad debe ser distribuido en partes proporcionales entre las demás fuerzas políticas.

En otras palabras, lo que quiero decir es que el ciudadano únicamente podía culpar al gobierno panista de cualquier cuestión o problema que percibiera como responsabilidad directa o indirecta del gobierno, ya que no había ni tenía absolutamente a ningún otro lugar a donde voltear en ninguno de los tres niveles de gobierno, ni en ninguno de los tres poderes federales y estatales.
En ese sentido, no debe sorprender la derrota y aunque es innegable que errores en el Ejecutivo Estatal como la “mentada de madre” o la macro-limosna pesaron a los panistas, fue porque no hubo muchas veces un contrapeso de satisfacción que permitiera al ciudadano tomar con menos severidad dichos deslices, hasta cierto punto “normales”.

Así las cosas, podemos señalar un sinnúmero de situaciones que hacían que el ciudadano volteara a ver con recriminación al PAN en su día a día, por ejemplo: Cuando caía en un bache de los miles que hay, cuando no pasaba el camión de la basura, cuando subía el precio del transporte público o la calidad de éste apestaba, cuando veía un parque público abandonado y lleno de malandrines, cuando se quedaba sin agua o sin energía eléctrica o cuando los recibos de estos servicios le llegaban muy caros, cuando tenía que pagar tenencia a pesar de la promesa de campaña de Felipe Calderón de suprimir dicho impuesto, cuando era hostigado por inspectores de reglamentos o de anuncios que muchas veces solo querían una “mochada”, cuando veía pasar a algún político en alguna camioneta del año, cuando se topaba con algún funcionario prepotente, cuando le empezaron a cobrar un nuevo impuesto llamado IETU que te hace pagar hasta cuando tienes pérdidas, cuando se devaluó la moneda, cuando hubo inflación y subieron los precios de los productos, cuando subió la gasolina y luego se congeló su precio a un valor elevado, cuando le dejó de alcanzar para pagar una colegiatura, cuando no salió en listas de la Universidad de Guadalajara, cuando tardó semanas o meses de trámites para abrir un negocio o cuando tuvo que dar “mordida” para poder hacerlo, cuando tardó muchos años en poder cobrar un pagaré o sacar a un mal inquilino por la vía judicial, cuando el banco le cobró intereses descomunales, cuando a él o a una persona cercana le robaron su laptop, su celular, su quincena, su carro o su negocio, cuando le “cristalearon” su coche, cuando se metieron a su casa a robarle, cuando fue hostigado por la policía para una “revisión de rutina”, cuando tuvo un problema y las autoridades le dijeron que no se podía hacer nada para resolverlo, cuando tuvo que gastar en un policía privado en su condominio o coto habitacional para sentirse seguro, cuando recorrió las calles con miedo y se sintió inseguro e intimidado, cuando se inundó alguna calle por la que iba circulando, cuando la empresa en que laboraba cerró sus puertas y se quedó sin trabajo, cuando el SAT le negó una devolución de impuestos, cuando tuvo que esperar 5 horas de píe para ser atendido en el IMSS o cuando se enteró de la guardería que se había incendiado en Sonora muriendo en ella cerca de 50 bebés calcinados, cuando una manifestación le impidió llegar a tiempo a sus compromisos, cuando las obras le hicieron perder una hora diaria en el tráfico durante meses, cuando no estuvo de acuerdo con la Villa Panamericana, cuando se enteró que el gobernador aportaba dinero a Televisa, a MTV o al Santuario de los Mártires, y para colmo, cuando el gobernador de su estado asegura que a él le “vale madre” lo que opinen de sus donativos, que él sabe lo que se tiene que hacer en Jalisco y que vayan y “chingen a su madre” los que no esté de acuerdo con él, etc, etc. De esa manera, pues creo que allí tenemos una clara explicación de la derrota y debemos reconocer que el PAN no supo, ni pudo, ni quiso hacer, ni fue el cambio que la gente esperaba. Es verdad que muchas de las situaciones aquí enunciadas están fuera del alcance del gobierno, pero sin embargo muchas veces el ciudadano que se queja del gobierno cuando es intervencionista, también se queja cuando no lo es.

Obviamente también se hicieron cosas buenas, pero creo que la ciudadanía no las recuerda, no las valora, no les da tanta importancia o simplemente, al ponerlas en la balanza, no le parecen suficientes y, por si fuera poco, en una mala estrategia de campaña del PAN no se dieron a conocer y toda la publicidad se enfocó en la lucha contra la delincuencia. Pero tenemos la vía recre-activa, tenemos la posibilidad de hacer cientos de trámites y servicios gubernamentales “en línea” sin las viejas colas interminables, tenemos la oportunidad de conocer con exactitud todos y cada uno de los cheques que emiten las diferentes autoridades, tenemos la posibilidad de saber con exactitud cuánto ganan los gobernantes y burócratas, tendremos los Juegos Panamericanos que atraerán mucho turismo a Jalisco, tenemos la posibilidad de saber cuánto cuestan las toallas y sábanas que se adquieren para Los Pinos, tenemos alcaldes procesados como el de Tonalá sin importar si son del propio partido en el Gobierno, tenemos un combate real y sin treguas a la delincuencia organizada, tenemos una sólida macroeconomía y finanzas estables que nos han permitido afrontar una gran crisis mundial sin desmoronarnos, pues una crisis mundial así en otras épocas hubiera traído a México la peor crisis de nuestra historia, tenemos liberado el tipo de cambio y a pesar de ello no se ha visto una devaluación del 200% o 300% como las que recuerdan nuestros padres, tenemos apertura comercial con el resto del Mundo que nos permite exportar e importar miles de productos, tenemos libertades políticas y económicas impensables hace 30 o 40 años, y lo más importante, tenemos una democracia real, en donde el partido en el poder, que gobierna a nivel federal, a nivel estatal y a nivel municipal, no persigue y encarcela a los militantes de otros partidos y sobre todo, que respeta la decisión tomada por la ciudadanía en las urnas y que se hace un lado para que gobierne otro partido de manera pacífica y responsable, tenemos un Instituto Electoral Federal y otro Local que han demostrado ser confiables e imparciales en las elecciones. Todo ello fueron propuestas del PAN desde su fundación y hoy son realidades que muchos jóvenes dan por sentadas, sin saber que hace apenas unas cuantas décadas la realidad era muy diferente.

Sin embargo, aunque se haya prostituido tanto esta frase en las diferentes campañas, ello no le resta valor: falta mucho por hacer. Creo que el PAN debe asumir con responsabilidad la derrota y empezar a buscar culpables en el espejo. Se debe entender también que el servicio público y el ejercicio del gobierno son funciones muchas veces ingratas en las que -como el cohetero- nunca se puede quedar bien con todos, y quizás algunas veces, con nadie. Sin embargo, ello no debe impedirle al PAN ni a otros partidos políticos el seguir apostando por la democracia, el buscar hacer las cosas con convicción, con dedicación, con esmero y sin esperar reconocimientos ni agradecimientos a cambio. Creo que tanto los partidos políticos como los burócratas deben tratar de dar siempre lo mejor de sus esfuerzos y buscar hacer bien su función, encontrando en ello su más grande motivación y gratificación. Pero por el contrario, funcionarios y ciudadanos parecen muchas veces verse como enemigos, lo cual genera un distanciamiento y una desconfianza que hace imposible que podamos crecer como país, ya que el encono entre unos y otros vuelve cínicos a los funcionarios y desinteresados en la política a los ciudadanos. En ese sentido, los Panistas ya tenían tiempo distanciándose de la ciudadanía, sumergidos en la soberbia y en el exceso de confianza que dan tantos años en el poder. El “cáncer del poder” se ha apoderado de los grandes líderes al grado que estamos viendo un espectáculo asqueroso, en donde la voracidad de los panistas se ha puesto en evidencia. En 15 años surgieron de las filas del pansimo muchos adictos al poder, y al igual que cualquier junky que suspende su vicio, ahora están despertando de un gran viaje dentro de la administración pública, en el que tuvieron su dosis requerida cada 3 años y que ahora han perdido.

Lo más grave de todo esto, es que con todo ello, se ha perdido de vista nuevamente la razón de ser de la política, en lo general, y de Acción Nacional en lo particular, el cual se fundó con la intención de abrirle los ojos a la gente libre, aunque irónicamente fueran cerrando los propios durante estos 15 años y, ahora, que despiertan de ese “plácido sueño de poder”, en el que no supieron dar los resultados que se esperaban del PAN y por el contrario, ofendieron al ciudadano con una serie de errores cuya culminación climática fue sin duda la mentada de madre lanzada por el Gobernador el año pasado.

Esta enconada división interna del PAN en Jalisco, atenta con poner en riesgo lo poco que les queda. Si no hay un mediador efectivo y no impera la mesura en las negociaciones, los daños serán inmensos y muy probablemente irreversibles de cara a la elección del 2012. En otras palabras, si no dejan la ambición desmedida por un lado y se ponen a trabajar seriamente de cara a la ciudadanía, por el otro, siendo una oposición crítica pero responsable en los ayuntamientos y en el Congreso, les será imposible ganar la presidencia, la gubernatura y recuperar los municipios de la Zona Metropolitana en 3 años, al tiempo.

Finalmente creo que esta derrota del PAN habla bien de la democracia de nuestro País y de nuestro Estado, y también creo que le puede venir bien a la ciudadanía en lo general, y al mismo PAN en lo particular, siempre y cuando los primeros no permitan que los nuevos gobernantes les arrebaten la democracia y los logros conseguidos hasta el momento y exijan que cumplan su palabra empeñada en campaña, y para los segundos si logran purgarse de sus malos elementos y de su propia soberbia y ambición. Creo que la mayor satisfacción a la que puede aspirar un demócrata no es llegar al poder y generar una estructura clientelar de mil personas, sino lograr que México mejore como país y que la ciudadanía goce de la libertad y la seguridad necesaria para desenvolverse, y para ello, no es ni siquiera necesario trabajar en el gobierno. Se puede lograr en los ratos libres, por lo que invito a todos los que quieren un México mejor, comulguen o no con el PAN, al cual erróneamente se la ha identificado como el partido de los ricos y de los mochos, para que dejen de quejarse de todo lo que hace el gobierno y aporten su granito de arena siendo mejores ciudadanos en su día a día, y realizando críticas constructivas a los gobernantes que aporten realmente algo, en lugar de devolver la mentada de madre a su gobernante y con ello sentirse mejores ciudadanos.