sábado, 17 de mayo de 2008

Mentada y Santuario en Jalisco

Me parecen muy interesantes las críticas vertidas por la ciudadanía contra la administración panista de Emilio González Márquez en Jalisco. Muchas de ellas incluso me parecen genuinas. Sin embargo, me parece que la mayor parte de esas críticas cometen uno o varios errores fundamentales de forma o de fondo.
El primer error se comete al juzgar lo que no nos corresponde juzgar. Mucho se habla de exigir el respeto a la ley, y al acusar abiertamente al Gobernador, precisamente se viola la Ley, pues si el donativo para el Santuario o el apoyo para una telenovela son ilegales o no, no es facultad de ningún ciudadano determinarlo, y aseverarlo es una difamación. Para ello existen las instancias e instituciones correspondientes y no basta el dicho de cualquiera para que algo sea ilegal.
El segundo error se comete al solicitar la dimisión del gobernador. Se trata de una petición ilegal y golpista, que solo busca desestabilizar el panorama político del Estado, actividad propia de anti-demócratas.
El tercer error lo cometen quienes se admiran del lenguaje del Gobernador. Quizá el que lo haya utilizado "en público" sea lo raro, pero quien piense que los gobernantes no utilizan ese tipo de palabras nunca, es un ingenuo. De igual forma, me parece una exhibición fehaciente de la doble moral de quienes critican, ya que creo que el que nunca se exprese así, debiera ser el que tire la primera piedra.
El cuarto error lo cometen quienes creen que le hacen un bien a Jalisco, prestándose a criticar irresponsablemente cualquier decisión del gobierno. Sé que setenta y tantos años de represión a la libertad de expresión calaron hondo, y hoy que se puede decir cualquier disparate, es demasiado tentador hacerlo. También sé que es parte de la idiosincrasia mexicana: responsabilizar de todos los males al gobernante en turno y magnificar los pequeños errores, pero no olvidemos que ello muchas veces nos hace víctimas de otros políticos, que ven cualquier inconformidad ciudadana como la oportunidad de "llevar agua a su molino", como lo hizo en su momento Fidel Castro, que hasta armó una revolución con los consabidos efectos.
El quinto error lo cometen quienes magnifican las cifras. He visto circular muchos correos por Internet desglosando los apoyos del Gobernador a la Iglesia Católica y a la Iniciativa Privada. En total hablan de 340 millones de pesos "regalados" por el Ejecutivo entre 2007 y 2008. En ambos ejercicios anuales, el presupuesto total ejercido será de alrededor de 100,000 millones de pesos. Ello quiere decir, que los millones "regalados" equivalen al 0.3% del total ejercido. Esta crítica de entrada parece reconocer que el otro 99.7% del presupuesto fue debidamente ejercido, un porcentaje bastante alentador.
El sexto error lo cometen quienes hablan de "regalar" ese dinero. No se equivoquen, el dinero se regalaba en otras épocas (y jamás nadie se enteraba), ahora se invierte, o al menos se gasta en lo que se cree será una inversión, y además se da a conocer cuánto fue y en qué. Apoyar una novela que promociona el Estado, una empresa trasnacional con miles de empleados o un santuario que atraerá peregrinos, busca atraer ingresos económicos a Jalisco. Se puede no estar de acuerdo con el método y forma de invertirlo, pero no he visto una sola crítica que demuestre con cifras y cálculos concretos y objetivos, que no es factible que ese dinero regrese jamás a Jalisco y que usarlo así fue un error. Nos guste o no, México es un país de católicos adictos a Televisa y sus novelas y fútbol. Pero lo más interesante es que me parece un hecho que este debate existe gracias a la llegada de la democracia y la apertura hace apenas algunos años a nuestro país.
Considero prudente señalar que soy panista y que estoy totalmente en contra del donativo al Santuario de los Mártires y, por lo tanto, me tocó la mentada de madre y me siento ofendido por ello. Sin embargo, siento que se está exagerando sobre la magnitud de los hechos y me molesta la pobreza de los argumentos con que se combaten dichas acciones gubernamentales, así como lo ridículo de las peticiones y la doble moral de algunas personas que, por ejemplo, ahora se rasgan las vestiduras ante el apoyo dado al Santuario, al Teletón o al Banco Diocesano de Alimentos, así como seguramente también se las estarían rasgando si no se hubieran otorgado esos apoyos. Es una desgracia que muchas veces solo se busque criticar (o difamar) sin argumentos sólidos, y que muchos políticos se presten irresponsablemente a magnificar los errores del gobernante en turno, a costa de la estabilidad política (y quizá económica) del Estado.